Hace unos días, una compañera monitora compartió con el resto del grupo esta imponente imagen que encabeza la entrada de hoy. En ese momento, pensé que era extraño que precisamente una parte tan importante de la anatomía humana, tan importante que le debemos, nada más y nada menos que haber llegado hasta nuestros días, sea tan desconocida para la gran mayoría de las personas, tanto hombres como mujeres.
Pensando en una posible entrada para esta semana, volvió a mi cabeza esta imagen, y creí que sería buena idea dedicar unas líneas a recordar cómo funciona este órgano tan desconocido y a la vez tan importante.
Hace ya muchos años, cuando empezaba a interesarme como madre esto de la lactancia, llégó a mis manos por recomendación de otra madre, un conocidísmo libro, de un conocidísmo pediatra, que en su día me entusiasmó, y que fue probablemente el gérmen de lo que ahora soy, como madre y como monitora. Me refiero al libro "UN REGALO PARA TODA LA VIDA", de Carlos González.
Ese libro decía una cosa que en su día me pareció tremendamente divertida. Era algo así como que había pocas cosas más aburridas que un pecho por fuera, y que visto uno vistos todos. Que era por dentro donde estaba lo interesante. Curiosamente, es por fuera donde la mayoría de los mortales más variación encontramos. Hay pechos de mil tamaños, formas y colores. Con pezones igualmente de muchos formatos y características, y la experiencia nos dice que practicamente todos, tanto pechos como pezones, con poquísimas excepciones (al contrario de lo que en multitud de ocasiones nos dicen), sirven para amamantar. Y esto es así, precisamente porque lo interesante, está por dentro, y estamos hablando de una de las maquinarias más perfectas que existen en la naturaleza.
La mama está formada, resumiendo mucho, por un tejido glandular y un conjunto de conductos, llamados galactóforos, que desembocan en el pezón en varios orificios, por los que sale la leche. El tejido glandular, está formado por una serie de células productoras de leche. La producción de leche, se rige principalmente por dos hormonas, la prolactina y la oxitocina. Ambas hormonas, son producidas por la hipófisis, en la base del cerebro, y se producen principalmente, cuando el bebé estimula el pezón al mamar.
La prolactina se encarga de la producción de leche. Tras el parto, el desprendimiento de la placenta desencadena la producción de prolactin. Esta prolactina hace que las células productoras de leche se pongan a funcionar. Como hemos dicho, también la succión del bebé hace que se produzca prolactina, por lo que es posible producir leche sin necesidad de que haya habido parto (ese es el motivo por el que algunas madres adoptantes consiguen amamantar a sus hijos), lo que pasa es que tras el parto, esa producción de prolactina es enorme, lo que asegura que el inicio de producción de leche sea mucho más rápido.
Cuanta más succión se produce, más prolactina se segrega y por tanto más leche fabrican los pechos. Cuanto más frecuentes sean las tomas, más leche habrá. Ese es el motivo de que una madre de gemelos pueda producir más leche, y de que se pueda producir leche suficiente para tres o más bebés. A mayor número de bebés mamando, mayor es la producción de prolactina y más leche se produce.
Otra curiosidad, durante la noche, el nivel de prolactina es más elevado, el bebé consigue más leche con menos esfuerzo (precisamente cuando tanto la madre como el bebé pueden estar más adormilados y menos alerta, la lactancia se ve "ayudada" por este hecho), de ahí la enorme importancia de las tomas nocturnas.
Otra curiosidad, durante la noche, el nivel de prolactina es más elevado, el bebé consigue más leche con menos esfuerzo (precisamente cuando tanto la madre como el bebé pueden estar más adormilados y menos alerta, la lactancia se ve "ayudada" por este hecho), de ahí la enorme importancia de las tomas nocturnas.
La oxitocina, es una hormona que se la conoce como "la hormona del amor". Se libera en muchos momentos de la vida. Durante el orgasmo, durante el parto, cuando comemos algo que nos gusta mucho, y también cuando el bebé mama. Es una hormona directamente relacionada con el placer, y en el fondo, su función está ligada a perpetuar la especie, ya que está presente en todas las funciones que garantizan nuestra supervivencia. ¿Porque, qué mejor manera de conseguir que funciones como procrear, parir, alimentarnos y hacer lo propio con nuestras crías, se lleven a cabo, que hacer que se obtenga placer en ello?.
La oxitocina es responsable de la salida de la leche, y no sólo se produce cuando el bebé mama, sino que también se produce de forma refleja por ejemplo, cuando el bebé llora, cuando la madre piensa en su hijo, al ver una imagen suya, etc etc. Ese es el motivo por el que algunas madres lactantes comienzan a gotear leche con sólo escuchar el llanto de un bebé.
Hay una tercera hormona que actúa enla lactancia. Se llama FIL (factor inhibidor de la lactancia), y lo que hace es actuar a nivel individual en cada mama, "parando" la producción de leche cuando un pecho no se vacía o se vacía pocas veces, para evitar que el pecho "estalle". Esta hormona está presente en la leche, y actúa inhibiendo la producción de cada pecho de manera independiente, de manera que si el bebé mama mucho, en el pecho quedará poco factor inhibidor y se seguirá produciendo leche, y si mama poco, pues pasará lo contrario, la producción de leche en ese pecho se inhibirá. Este es el motivo de que cuando baja la frecuencia de las tomas y la leche se queda mucho tiempo en el pecho, baja la produccion.
Así es como se ajusta a la perfección la producción de leche, gracias por una parte a la prolactina, y por otra al FIL, siempre y cuando al bebé se le permita mamar cuando y cuanto quiera, es decir A DEMANDA.
Ya hemos visto cómo se controla el volúmen de leche producida, pero también se sabe que la composición de la leche varía, en función de las necesidades del bebé, y esta composición depende de la forma en la que el bebé mame.
La cantidad de grasa va aumentando a lo largo de la toma, por eso es tan diferente la leche del principio de la toma, (con menos contenido en grasas y más agua, destinada a hidratar) que la del final (con un gran contenido en grasas). Por eso cuanta más leche de un pecho tome el bebé, más grasa tomará. Cuando termina la toma, esa leche rica en grasa que queda, se irá diluyendo, y en la siguiente toma, tendrá más o menos grasa en función del tiempo que haya pasado entre las dos tomas. Por tanto, si un bebé ha tomado poca grasa en una toma, la siguiente la hará antes, de ese modo la leche se habrá diluido poco y será rica en grasas. Por el contrario si en una toma ha ingerido mucha grasa porque ha tomado gran cantidad del leche del final, estará más saciado, tardará más tiempo en pedir más teta, la leche se habrá diluido más y cuando tome será menos grasa.
Hay por tanto tres mecanismos para modificar el volumen y la composición de la leche en cada toma, y que en definitiva garantizan que el pecho siempre cumpla con las necesidades del bebé:
- la cantidad de leche que mama en la toma. Relacionado directamente en cada bebé con la duración de la toma, si toma más o menos leche del final
- cuánto tiempo pasa entre una y otra toma: Relacionado con la composición de la leche según el tiempo que haya tenido para "diluirse", así como con el efecto inhibidor de la leche que queda en la mama.
- si mama de un solo pecho o de los dos
Es posible que si actuamos sobre uno sólo de estos aspectos, por ejemplo, fijando las tomas cada x tiempo, el bebé pueda modificar los otros dos y corregir la producción y composición de la leche según sus necesidades, pero es altamente improbable que si se actúa sobre dos de estas variables, la lactancia pueda transcurrir con normalidad. Otro día hablaremos sobre cómo se puede obstaculizar o interferir en el mecanismo de la lactancia y las consecuencias en el volumen y composición de la leche.
Estos tres aspectos son imposibles de controlar para nosotros, porque no se puede saber cuánta leche ha tomado el bebé, ni cuánta grasa o agua o azúcares contenía, ni si necesita mamar de los dos pechos o sólo de uno. El único que conoce el mecanismo de control es el bebé, por lo tanto la mejor manera de asegurarse que tanto la cantidad del leche producida, como su composición son las adecuadas, es dejar que sea él el que decida sobre cuándo, cuánto mama y si lo hace de uno o de los dos pechos.
Cuando la lactancia es a libre demanda, cuando nos olvidamos del reloj, cuando confiamos plenamente en nosotras y en nuestro bebé como mamíferos, podemos tener la casi absoluta seguridad de que la naturaleza no nos va a fallar y hará su parte. Y cuando todo fluya, que lo hará, habrá llegado el momento de disfrutar del REGALO que la lactancia nos brinda.
Paloma Arribas
Monitora de LLL en Valladolid
Paloma Arribas
Monitora de LLL en Valladolid
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