Una experiencia personal:
Recuerdo que la congestión fue para mí una desagradable sorpresa. A pesar de haber asistido a clases de preparación al parto, desconocía por completo qué me estaba ocurriendo, por qué mis pechos parecían balones de rugby, se sentían duros como piedras y dolían con sólo mirarlos. Notaba bultos también dolorosos bajo las axilas. La ropa, el sujetador, eran un tormento sobre la piel enrojecida, caliente y tirante. Mis pezones estaban totalmente planos a causa de la hinchazón. Y lo peor ¡mi bebé no se podía agarrar para mamar! Creí que eso era consecuencia de mi impericia como mamá novata, que era lo que suele ocurrir cuando nos baja la leche, incluso creía que esa hinchazón exagerada parecía explicarse por la excesiva producción: mi madre me consolaba diciendo que lo que ocurría es que yo tenía mucha leche..., nadie me previno ni me pudo explicar cómo aliviarlo.
"La congestión de las mamas consiste en realidad en la acumulación de demasiado líquido en el pecho. La primera semana tras el parto es una combinación de leche y una circulación incrementada. Las mamas congestionadas se notan pesadas, llenas, dolorosas y calientes al tacto. Cuando están demasiado llenas el agarre del bebé puede resultar complicado. Sin un buen lactante u otro recurso para extraer la leche con frecuencia y eficacia, la pesadez y el calor pueden aumentar, y entonces las mamas, prietas y brillantes, estarán demasiado congestionadas para que la leche fluya, de la misma manera que un resfriado puede taponar la nariz hasta el punto de no poder sonarse".
"¿Nota bultos en las axilas? Se trata de tejido glandular que ni sabía que tenía. Unas veces está conectado con el resto del pecho y se vacía con él; y otras veces, no halla salida. Aunque no se vacíe, poco a poco remitirán los abultamientos y no volverá a notarlos"
EL ARTE FEMENINO DE AMAMANTAR, LIGA DE LA LECHE INTERNACIONAL, 2011
Corría el año 1998 y mi bebé recién nacido estaba ingresado en observación por complicaciones durante un parto inducido. Desde el momento de nacer estuvimos separados, él en la planta de neonatos y yo en la de obstetricia. En aquel tiempo yo no sabía nada de lactancia, de la necesidad de amamantar pronto o de extraer con frecuencia de ambos pechos - cuando no es posible la lactancia directa-, y mi entorno (profesional y familiar) tampoco me supo ayudar.
Muchas horas después de dar a luz a mi madre se le ocurrió traerme un extractor de pera, tipo bocina, por entonces ya desaconsejados, con la mejor intención pues es el que ella había usado en sus crianzas. Con él empecé a sacarme el calostro y la primera leche y se lo llevaba a Diego al lactario a la hora de visita. Cuando iba a ver a mi hijo a la planta de neonatos, le tomaba con emoción y temor de brazos de la enfermera y le acercaba al pecho, pero él lloraba y rechazaba mamar con todas sus fuerzas. Se había acostumbrado a los chupetes con tetinas de caucho grandes que entonces daban allí y yo no tenía pezón ni areola donde agarrar, ni disponía de suficiente tiempo para intentarlo. Alguna buena enfermera intentó ayudarnos extrayendo unas gotas sobre el pezón y forzando al niño a abrir la boca contra el pecho, convencida de ser la manera idónea, pero claro, no funcionó. Ellas me decían que mis pechos estaban impracticables, y era verdad.
Decidí que el ratito de ver a mi hijo en el lactario no podía ser siempre un momento tan frustrante para ambos... Así que empecé a extraerme con mayor empeño mi leche para dársela en biberón. Éso me permitía hacer algo bueno y útil por él. Me sacaba leche con la que llenaba dos biberones grandes, pero dos veces al día. Sin saberlo, estaba empeorando la congestión y preparando un problemón aún mayor con esa pauta de extracción. (Mucha leche y muy distanciada, en vez de "poca" pero frecuente).
Muchas horas después de dar a luz a mi madre se le ocurrió traerme un extractor de pera, tipo bocina, por entonces ya desaconsejados, con la mejor intención pues es el que ella había usado en sus crianzas. Con él empecé a sacarme el calostro y la primera leche y se lo llevaba a Diego al lactario a la hora de visita. Cuando iba a ver a mi hijo a la planta de neonatos, le tomaba con emoción y temor de brazos de la enfermera y le acercaba al pecho, pero él lloraba y rechazaba mamar con todas sus fuerzas. Se había acostumbrado a los chupetes con tetinas de caucho grandes que entonces daban allí y yo no tenía pezón ni areola donde agarrar, ni disponía de suficiente tiempo para intentarlo. Alguna buena enfermera intentó ayudarnos extrayendo unas gotas sobre el pezón y forzando al niño a abrir la boca contra el pecho, convencida de ser la manera idónea, pero claro, no funcionó. Ellas me decían que mis pechos estaban impracticables, y era verdad.
Decidí que el ratito de ver a mi hijo en el lactario no podía ser siempre un momento tan frustrante para ambos... Así que empecé a extraerme con mayor empeño mi leche para dársela en biberón. Éso me permitía hacer algo bueno y útil por él. Me sacaba leche con la que llenaba dos biberones grandes, pero dos veces al día. Sin saberlo, estaba empeorando la congestión y preparando un problemón aún mayor con esa pauta de extracción. (Mucha leche y muy distanciada, en vez de "poca" pero frecuente).
"Entre los primeros tres a cinco días posparto se desencadena la producción de leche. La circulación de la sangre hacia las mamas aumenta para poner en funcionamiento la "fábrica de leche". El flujo linfático aumenta para eliminar productos de desecho (...). Si le han administrado goteo intravenoso durante el parto, parte del que ha entrado en el organismo también se dirigirá a las mamas. El papel del bebé consiste en estimular la circulación de los líquidos y mamar con frecuencia. Mientras la leche se extraiga con frecuencia y eficacia, es improbable que la madre note nada más que cierta pesadez y calor, aunque ocasionalmente la congestión llega a pesar de los esfuerzos de un lactante eficaz." EL ARTE FEMENINO DE AMAMANTAR, LIGA DE LA LECHE INTERNACIONAL, 2011
A los cuatro días comencé a mostrar síntomas de mastitis aguda, justo cuando me dieron el alta. Mi bebé se quedó ingresado 17 días más por una infección que cogió a través de un catéter. Yo me fui a casa, con 40º de fiebre, antibióticos y unas pastillas para cortarme la leche, pues me aconsejaron desistir de empeñarme en amamantar con aquella ingurgitación y con un bebé ingresado que no mamaba. Es posible que ahora que hay mayor información ésto no sea lo más habitual, pero entonces sí. Pienso que obraron convencidos de quitarme un gran problema de encima. Y yo creía que ellos, los profesionales, sabían mejor que yo lo que nos convenía a Diego y a mí en cuanto al curso de la lactancia; pensé que todo estaba perdido y lo acepté con pena y resignación.
Durante varios días me apliqué hielo y me saqué leche para que se la llevara mi marido al niño, hasta que desistí y tiré la toalla. Cada vez salía menos leche. Me aconsejaron no extraer más. Tuve abcesos en ambos pechos y una tarde me hice una quemadura en un pecho al dormirme con la compresa de hielo encima. Yo era muy joven y ¡no entendía nada de lo que estaba ocurriendo!, me parecía todo una pesadilla. Mi pena por mi hijo enfermo y por estar separado de mí, por no poder alimentarle, cuidarle y tenerle conmigo era lo suficientemente grande como para no pensar en nada más. Pero dentro de mí quedó esa espinita de la experiencia de lactancia frustrada, el dolor de la congestión extrema y la impotencia. Una espinita que me llevó a contactar con la Liga de La Leche tres años después, en mi segundo embarazo. Indagué y al cabo de un tiempo supe qué es lo que había propiciado la mastitis y cómo lo podía haber evitado. Entendí mejor lo que había ocurrido. ¡Ojalá lo hubiese sabido! Para evitar la congestión ¡¡realmente la información es poder!!
Durante varios días me apliqué hielo y me saqué leche para que se la llevara mi marido al niño, hasta que desistí y tiré la toalla. Cada vez salía menos leche. Me aconsejaron no extraer más. Tuve abcesos en ambos pechos y una tarde me hice una quemadura en un pecho al dormirme con la compresa de hielo encima. Yo era muy joven y ¡no entendía nada de lo que estaba ocurriendo!, me parecía todo una pesadilla. Mi pena por mi hijo enfermo y por estar separado de mí, por no poder alimentarle, cuidarle y tenerle conmigo era lo suficientemente grande como para no pensar en nada más. Pero dentro de mí quedó esa espinita de la experiencia de lactancia frustrada, el dolor de la congestión extrema y la impotencia. Una espinita que me llevó a contactar con la Liga de La Leche tres años después, en mi segundo embarazo. Indagué y al cabo de un tiempo supe qué es lo que había propiciado la mastitis y cómo lo podía haber evitado. Entendí mejor lo que había ocurrido. ¡Ojalá lo hubiese sabido! Para evitar la congestión ¡¡realmente la información es poder!!
"Durante el parto evite el goteo intravenoso que puede aumentar significativamente la congestión. Después del parto (y en cualquier momento durante la lactancia), extraerse la leche de las mamas es esencial para que también disminuya la presencia del resto de líquidos. No empeorará la congestión ni fomentará la producción de un exceso de leche. Cuando las mamas quedan completamente blandas, la congestión no suele reproducirse"."Es importante aliviar la congestión enseguida para evitar complicaciones al acumularse más leche. Como una nariz congestionada, cuanto más lleno esté el pecho más difícil resultará vaciarlo. Una congestión extrema puede dañar la producción de leche".EL ARTE FEMENINO DE AMAMANTAR, LIGA DE LA LECHE INTERNACIONAL, 2011
Con mis siguientes bebés no tuve que vivir más esa congestión extrema. Yo estaba alerta a los síntomas (un bulto doloroso, una zona enrojecida, una tirantez... y corría presta a amamantar más veces, o a extraerme un poco de leche tras la toma o entre tomas). Ambos partos fueron naturales y espontáneos, apenas recibí goteo y además estuvimos juntas desde el primer minuto. La congestión de la primera semana fue significativamente menor, mucho más breve y manejable, y no desembocó en mastitis. Otra cosa fueron los conductos obstruídos, que también se pueden evitar o aliviar si se está atenta a los signos. Pero si os parece bien, de ello hablaremos otro día.
¡LA CONGESTIÓN NO ES SÓLO COSA DEL INICIO DE LA LACTANCIA!
¡LA CONGESTIÓN NO ES SÓLO COSA DEL INICIO DE LA LACTANCIA!
Aunque es normal notar congestión al inicio de la lactancia también se puede padecer cuando la lactancia ya está instaurada, algo que muchas veces nos pilla totalmente desprevenidas, por ejemplo en momentos en que el "bebé" -refiriéndome tanto a un/a pequeñ@ de meses como a un/a niñ@ de algunos años- cambia de pautas al mamar durante el día o durante la noche. O cuando nos separamos varias horas, por ejemplo al principio de volver a la rutina laboral.
"La congestión también puede aparecer cuando el bebé de repente duerme toda la noche o pasa varios días estimulando la producción de leche para satisfacer sus necesidades durante un tirón del crecimiento y luego pasa el día dormitando tranquilamente mientras usted se queda con "el botín" a bordo -o cuando pasa un tiempo inesperadamente largo entre tomas-. Pero en tales casos, solo se trata de leche, y es fácil aliviar la congestión con una toma". EL ARTE FEMENINO DE AMAMANTAR, LIGA DE LA LECHE INTERNACIONAL, 2011
En ocasiones la congestión se puede convertir en un problema después del parto. Si es tu caso, lee algunas de estas ideas que desgranamos a continuación. Esperamos que algunas de ellas te puedan ser útiles:
- Tener al bebé junto a nosotras, empezando a amamantar lo antes posible tras el parto, y por tanto tiempo y frecuencia como nos pida.
- Si nuestras mamas están demasiado tensas para permitir un buen agarre, es interesante recurrir a la técnica de "presión inversa suavizante" para ablandarlas, que sirve para empujar los líquidos lejos de la zona de la areola y conseguir una zona de anclaje para que el bebé se pueda agarrar y extraer leche. Es una técnica que conviene realizar cada hora aproximadamente. Dejo enlazado un video que la explica de manera práctica, pues en estos casos una imagen vale más que mil palabras. El ssiguiente vídeo educativo de la Universidad de La Laguna (ULLmedia) explica la técnica en detalle.
- Si nuestro bebé no puede mamar ni aún aplicando esta técnica, la extracción frecuente, manual o con sacaleches -siempre lenta y suave- puede resultar de ayuda (a demasiada velocidad atraerá más líquido a la areola, complicando el problema).
- El movimiento de los pechos puede favorecer el drenaje linfático: masajeándolos suavemente, elevándolos y moviéndolos con cuidado, como si los sopesáramos.
- El tumbarse boca arriba al descansar hace que la gravedad favorezca el drenaje de líquidos.
- Como la congestión es en parte una inflamación, podemos pedir a nuestro médico un antiinflamatorio compatible con la lactancia (casi todos los que se expiden sin receta lo son). Se puede consultar la compatibilidad en este recurso: http://www.e-lactancia.org/
- La col verde puede ayudar a reducir la inflamación: con algunas hojas interiores (mejor desechamos las externas), a las que retiraremos el nervio central, y aplicaremos sobre el pecho, evitando el pezón, para no dar un sabor que moleste al bebé.
- Se puede aplicar frío para la inflamación: envolviendo una bolsa de guisantes congelados en una toalla pequeña, usándola como una compresa fría, alternando unos 20 minutos de aplicación con 20 de descanso, todo el tiempo que veamos necesario.
- Si nos apetece una ducha caliente, es mejor dejar correr el agua sobre la espalda, no sobre el pecho.
- Y si la congestión se repite, debemos intentar extraer toda la leche posible de ambas mamas para conseguir "vaciarlas".
INFORMACIÓN EXTRAÍDA DE "EL ARTE FEMENINO DE AMAMANTAR",
LA LIGA DE LA LECHE INTERNACIONAL,
8ª Edición, 2011
Si deseas saber más sobre este tema o sobre otra situación que se dé en la lactancia, no dudes en hacernos llegar tu comentario a través de nuestro blog, en esta misma entrada, o, si lo prefieres ponte en contacto con una monitora acreditada de la Liga de La Leche cercana a tu localidad:
Ana Isabel Barriga Martín
Monitora de la Liga de La Leche
Liga de La Leche de Castilla y León
Valladolid
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