jueves, 25 de octubre de 2018

Volvemos al trabajo: extracción y conservación de la leche

Es curioso que cuando abordamos el tema de la vuelta al trabajo, lo solemos hacer junto a la introducción de sólidos. Y digo que es curioso, porque al menos en España, lo más frecuente es que nuestro bebé no esté ni de lejos preparado para empezar a comer otra cosa que no sea la leche de su madre. Incluso aquellas afortunadas que pueden juntar todos los permisos y vacaciones se ven casi siempre en la necesidad de adelantar la introducción de la alimentación complementaria muchas veces para evitar sacarse leche.
Con ese panorama, es mucho más lógico hablar de técnicas de extracción y conservación como herramienta para mantener la lactancia cuando debemos volver a nuestro puesto de trabajo.

Una de las preguntas más frecuentes que como monitoras recibimos tanto en los grupos como a través de las vías de contacto que tenemos abiertas, es qué hago si mi bebé parece que no quiere el biberón, cuando tengan que dárselo sí o sí. Creo que lo más importante es tener claro que si hay algo que sabe un bebé es cómo sobrevivir. Incluso aquellos que deciden que no quieren leche a través de otra vía que no sea el pecho de su madre, elaboran estrategias para seguir mamando lo que deben. Son estos niños que se quedan fritos cuando su madre trabaja, y se enganchan al pecho en cuanto ella vuelve, recuperando el tiempo perdido por la noche.
Otros bebés, los más, sólo rechazan biberones y chupetes cuando es su madre quien se los ofrece, pero toman leche sin mayor problema del biberón que le ofrece el cuidador que esté con él o ella mientras su madre falta.



Ahora bien, ¿cómo nos sacamos leche? Primero, hay que tener en cuenta que las primeras veces que sacamos leche con un extractor es fácil que la cantidad que consigamos sea muy pequeña. No hay que desesperarse, porque si has llegado hasta los 3 meses y medio con un bebé sano y feliz, es porque estás produciendo leche suficiente para él o ella. Sólo tienes que acostumbrarte al nuevo medio.
Es muy importante elegir un buen extractor. Como norma general, piensa que si el extractor que tienes delante tiene un nombre que te evoca lactancia artificial es bastante probable que no sea eficaz, y que no te sirva para nada. Elige bien entre las marcas que tienen como negocio principal la lactancia materna; seguro que en tu grupo de madres, otras mujeres trabajadoras te pueden dar pistas sobre los mejores. Ten en cuenta que normalmente los embudos que traen son pequeños, y que es mejor elegir uno más grande. De nuevo, las otras madres seguro que te pueden ayudar.

Vale. Ya tenemos un extractor, y ya sabemos que hay que tener paciencia. Primero, si ya sabes que te vas a incorporar a las 16 semanas, empieza a extraerte antes. Puedes extraerte entre tomas, durante las tomas, o inmediatamente después de las tomas; pero si decides sacarte justo después, ten en cuenta que puede ser que saques menos cantidad ¡Tu bebé se ha llevado su parte! Siempre es mejor extraerse frecuentemente pero durante poco tiempo que hacer extracciones muy largas, que te pueden cansar e incluso lastimar.

Una vez que tenemos esa leche, podemos empezar a guardarla. Si te sacas leche de un día para otro puedes mantenerla en la nevera sin ningún problema. Si te extraes en el trabajo para dárselo al día siguiente, una buena idea es llevar una bolsa nevera con bloque de frío, y mantenerla en un lugar fresco y apartado de la luz, hasta que llegues a casa; una vez en tu cocina, mete la leche inmediatamente en la nevera y ¡hasta el día siguiente! Quien le dé el biberón con tu leche puede sacarla de la nevera una rato antes para atemperarla y dársela a temperatura ambiente, o calentarla al baño maría o en calienta biberón. Pero si opta por calentarla cuidado con las quemaduras. Hay que probar la leche para que no esté demasiado caliente. Y por supuesto, nunca, nunca, calentar la leche en el microondas.

Si vas a estar mucho tiempo fuera de casa, puede que no tengas suficiente con la que te puedas extraer en el trabajo. O puede que hayas podido juntar el permiso de lactancia y a cambio de esos días de más, no puedas extraerte leche. Entonces tienes que empezar a sacarte leche unas semanas antes de incorporarte, y congelarla. En los congeladores que tenemos en casa, los del frigo combi, puedes tener la leche hasta 6 meses.
En caso de congelar leche, debes usar recipientes aptos para uso alimentario. Si son de plástico, tiene que tener en algún lugar este símbolo:
También puedes usar tarros de cristal, correctamente limpios y esterilizados, o las bolsas que algunas casas dedicadas a ello comercializan ya para su almacenamiento.
En cualquier caso, es bueno recordar estas premisas:
1.- Apunta siempre la cantidad de leche y la fecha de extracción y saca los más antiguos que tengan menos de 6 meses
2.- Guarda recipientes con distintas cantidades de leche. Algunos de ellos es mejor que tengan más cantidad y otros menos. Así podrás complementar las tomas de tu bebé aprovechando al máximo todas las cantidades. A la mayoría de las madres les funciona de la siguiente manera: descongelas un recipiente con una buena cantidad (150 ml o similar) y si el bebé se queda con hambre, sacas un recipiente con menos leche (50 ml o similar). Si quiere más, sacas otro pequeño. Descongelar en el momento pequeñas cantidades es mucho más fácil, y si el bebé luego no quiere más no hay que tirar leche.

Hay algunas mujeres cuya leche parece que cambia de aspecto al descongelarse y tiene un olor desagradable que muchas veces el bebé rechaza. Primero, si a ti te ha pasado, tranquila: tu leche no se ha estropeado y en realidad es segura para tu bebé. La leche materna tiene una enzima que se llama Lactasa, que se encarga de comenzar la digestión de la leche antes casi de que llegue al estómago del bebé, y ese mal olor y mal aspecto se deben, precisamente, a que esa enzima se ha activado con la congelación. No les pasa a todas las mujeres, sólo a aquellas que tienen en su leche más lactasa, o cuya lactasa se activa con más facilidad. Para actuar, primero tienes que saber si tú eres una de esas mujeres; una buena forma de hacerlo es antes de empezar a almacenar leche extrayéndote y congelando una pequeña cantidad. Basta con que esté en el congelador un par de días para que si tu leche reacciona activando la lactasa, esto sea evidente. Una vez transcurridos dos días, descongelas la leche y miras a ver. Si huele mal, ya sabes que tienes que actuar antes de congelar. Si no huele mal, tranquila: no va a oler mal nunca, así que puedes congelar directamente la leche que te extraigas.
Si eres de las primeras, aquellas cuya lactasa se activa y comienza a digerir la leche, entonces podrías "pasteurizar" tu leche antes de congelar. Es fácil:

1.- Te extraes la leche normalmente.
2.- Pones la leche en un cazo limpio, y lo llevas al fuego
3.- Cuando la leche empieza a hacer "burbujitas" alrededor del cazo, que entonces estará a unos 70 u 80 grados, quitas el cazo del fuego y lo pones en un bol lleno de hielo, para bajar la temperatura inmediatamente
4.- Cuando la leche esté fría, la congelas normalmente.

Así se desactiva la lactasa.

Bueno, `pues ya estás preparada para la incorporación al trabajo. Pronto tu bebé podrá incorporar otros alimentos a su dieta, y en ese momento empezarás a necesitar cada vez menos hacer uso de tu banco de leche. A partir de ahí, los retos serán otros, pero los abordaremos en otro post.

Raquel García
Monitora de La Liga de la Leche en León

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