Todos nosotros (o casi todos), en algún momento de nuestra vida, nos encontramos en la situación de ir a ver a unos amigos o familiares que acaban de tener un bebé.
Qué regalar, qué llevar, qué decir... No me voy a andar con rodeos: por un lado están las cosas de siempre, como pañales, ropita, etc. y, por supuesto, los gustos personales. Pero, aparte de todas esas cosas, os dejo aquí las que mi experiencia personal con familias y madres recientes me dicen que son tres buenísimas ideas.
1: Comida.
No hace falta que le llenes la nevera, ni que lleves comida congelada para una semana, ni que le prepares un tupper de lentejas (aunque cualquiera de estas tres ideas es también maravillosa, dicho sea de paso). Llevar a una mamá que acaba de parir algo rico para comer y, a ser posible, que se pueda comer con una sola mano (porque en la otra es muy probable que la mayor parte del día haya un bebé) es siempre, siempre una buena idea. Si, además, es sano, ya es la repanocha, pero no es imprescindible. Unos paninis de la panadería, un bocadillo de algo que sepas que le gusta, unos falafel, unas croquetas... Imaginación al poder. Seguro que, sea lo que sea, será bienvenido.
2: Ayuda.
La mayor parte de nosotros, como es normal, cuando vamos a ver a un bebé recién nacido ardemos en deseos de cogerlo. Pero, siendo realistas, el mejor lugar para ese bebé son los brazos de sus padres. Por suerte para nosotros, hay muchas más cosas en las que poder ocupar las manos. Podemos ofrecernos a ayudar en alguna cosa, grande o pequeña (dependiendo mucho, seguramente, de la confianza que tengamos con las personas que estamos visitando). Preguntar despreocupadamente si "quieres que te friegue los platos", si podemos tender la ropa o, al marcharnos, si "quieren que bajemos la basura ya que vamos" es uno de los mejores detalles que podemos tener con los papás. Probablemente dirán que no, porque les pillaremos por sorpresa, pero que alguien se ofrezca a ayudarte siempre se agradece.
3: Ideas.
No consejos, no. Ideas. Está bien llevarlas, pero tampoco hace falta decirlas. Probablemente, esos papás recién estrenados ya han recibido muchos consejos, cuando no instrucciones directamente, sobre lo que deben y no deben hacer con su bebé. Todos pensamos que nuestra experiencia es muy valiosa (que por supuesto que lo es, para nosotros) y que sabemos decir las cosas de manera amable y no ofensiva (que seguro que también es así), pero llega un momento en que los padres recientes se desbordan y pueden llegar incluso a sentirse perdidos.
Lo mejor que podemos hacer por ellos es preguntarles con sinceridad qué tal todo, dejar que hablen de lo que quieran y escuchar. Sólo escuchar. Si en algún momento nos parece que nos transmiten tener algún problema, en lugar de atacar directamente con consejos podemos preguntar "¿necesitas ideas con eso?". Si de verdad necesitan ideas, nos dirán que sí, y ya podemos dar alguna o hacer alguna sugerencia que nos parezca útil. Si nos dicen que no, puede que no las necesiten porque ya sepan qué quieren hacer o que estén tan saturados de las ideas de otras personas que sientan que saber más cosas sólo les liará más. En cualquier caso, su respuesta a nuestra pregunta hará que, lo que hagamos, sea lo que ellos necesitan. Sin más.
Y, en caso de emergencia, es tan sencillo como recordar, si ya somos padres, qué fue lo mejor que nos llevaron al nacer nuestros bebés. Y, si no somos padres, tirar de esta chuleta. Que fregar los platos lo puede hacer cualquiera :)
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