jueves, 28 de diciembre de 2017

Cuando tu bebé necesita ser operado…

Cuando tu bebé necesita ser operado…

No me centraré en que fue en Nochebuena, ni en que nos tocó salir corriendo hacia Madrid sin saber cuándo podríamos volver, ni en la separación que supuso de nuestros hijos mayores que tan sólo contaban con 3 y 6 años, ni en que por el camino casi nos matamos de puros nervios, ni de que iba, siendo un tercero, con la bolsa rota con dos horas y cuarto de camino por delante, ni tampoco en el dolor y la frustración que se siente cuándo diagnostican a tu bebé en el embarazo una enfermedad, y sientes que ni siquiera en tu útero puedes mantenerlos a salvo…

Hoy mi tercera hija cumple cuatro añitos. Aún recuerdo y me emociono cuándo evoco aquellos momentos de miedo e incertidumbre. Emma, la tercera de mis hijos, vino al mundo luchando y dándonos grandes lecciones de fortaleza y lucha que jamás olvidaremos.

Cuando es el cumpleaños de alguno de mis hijos, les encanta recordar cómo fueron sus nacimientos, cómo fue el parto, cómo fueron esas primeras semanas… vemos fotos, vídeos, contamos las anécdotas y yo me pongo muy ñoña jajaja. Hoy tocaba recordar el nacimiento de Emma, y lo bueno es que sus hermanos recuerdan cosas, así que entre todos hemos recompuesto su historia.

Emma venía con un problema en el intestino que detectaron en el embarazo, y sabíamos que tenía que ser intervenida a las pocas horas de nacer. Nos habían derivado a Madrid, y estábamos más o menos preparados, aunque creo para algo así, nunca terminas de estarlo.


El parto fue natural, respetado y disfrutado (dadas las circunstancias), y sentí que pude estar bastante a mi libre albedrío. Yo tenía muy claro, que los minutos y horas siguientes Emma tendría que pasar por pruebas y separación, así que quisimos darle la mejor bienvenida posible… recuerdo al momento de nacer besarla hasta el agotamiento, porque sabía que a los pocos minutos se la llevarían.




Sabía que no podría alimentarla con mis pechos hasta pasados muchos días, en concreto 20 días hubo hasta que pude ponerla al pecho. Yo lloraba de envidia cuándo veía en la UCI a otras madres amamantando a sus bebés, también enfermos. Mi marido y yo sólo podíamos calmarla haciendo piel con piel; Y así, nos íbamos turnando 8 ocho horas cada uno, mañana, tardes y noches, para poder tenerla de continuo en nuestros brazos.




Yo no podía darle de mamar a Emma, pero quería ayudar a otros bebés que sí podían comer por boca; así que me hice donante de leche en el hospital y desde que Emma nació, empecé a extraerme leche cada dos horas, sin descanso. Por las noches incluso me ponía el despertador, aún puedo recordar el ruido en la quietud de la noche del sacaleches eléctrico…
Acabé dejando al doce de octubre 17 litros de leche para repartir entre los muchos bebés hospitalizados.



Creo que una de las mayores frustraciones que he vivido como madre, es la de sentir que al ponerla al pecho, después de la larga espera, Emma había perdido el instinto de succión. No hacía fuerza y se escapaba el pezón de su boquita… Yo sabía que era cuestión de paciencia, y que lo acabaríamos logrando, mis otros hijos habían mamado durante años, y ella no iba a ser menos.

Una neonatóloga estupenda nos explicó un truco, que supuso que a los dos días Emma empezara a mamar eficazmente. Con una cánula finita pegada a su paladar y mi leche en una jeringuilla esperábamos a que ella hiciera fuerza para subir el émbolo, así fue como empezó a coger fuerza y a mamar activamente…

Cuando tienes problemas en la lactancia, y más aún cuando tu hijo tiene un problema o está hospitalizado, es muy importante el conocimiento y apoyo del servicio sanitario que os tratan a ti o a tu hijo. En esos momentos de flaqueza, de dudas, de preocupación, brindarte de apoyos a tu alrededor e información es fundamental para sentir ese empujoncito de que ¡sí se puede! Para eso también puedes contactar con tu grupo de La Liga más cercano; estamos en 11 comunidades del territorio español; hacemos reuniones mensuales regulares y atendemos consultas por teléfono, por correo y por whatsapp:

Adjunto el tríptico de la Asociación Española de Pediatría que habla sobre la importancia de continuar la lactancia en caso de que tu hijo deba ser hospitalizado:

Además, si tu hijo está hospitalizado sea un bebé lactante o sea un niño de 14 años, no está de más echar un vistazo a la “Carta Europea de los Derechos de las Niñas y Niños Hospitalizados” donde quedan recogidas las leyes que nos amparan y nos protegen.


Y dicho todo esto, me gustaría enviar desde aquí un mensaje de admiración, cariño y fuerza a las familias y niños que tienen que estar hospitalizados. cuándo tenemos la suerte de amamantar a nuestros hijos durante ese proceso, la lactancia nos sirve para consolar y alimentar a nuestros hijos, además está demostrado que reduce el dolor, consuela en tratamientos o terapias; les produce seguridad, incluso en un ambiente que parece un poco hostil (como un entorno hospitalario); además les provee de anticuerpos, calorías y los mantiene hidratados; y para nosotros, como padres y acompañantes, que muchas veces nos sentimos impotentes frente al dolor o la situación de nuestro hijo, nos ofrece la oportunidad de que al menos eso sí está en nuestras manos…

Un abrazo navideño de color y esperanza.

Eva- Monitora de La Liga de La Leche






miércoles, 27 de diciembre de 2017

Tiempo de Navidad

   Estas fechas son especiales, queramos o no, nos resulten más o menos significativas, pues hay un montón de momentos en los que nos reunimos con la familia, los seres queridos, los amigos...

   Surge la oportunidad de hablar con personas a las que vemos con menor frecuencia durante el año. Y también se abren conversaciones en las que invariablemente se habla de todo un poco, también de la lactancia y crianza de nuestr@ hij@.



   En mi caso, este año "tenemos" una embarazada en la familia y todas las que somos madres nos hemos sentido atraídas hacia ella como un imán. También es cierto que ella, que es muy abierta, ha aprovechado para hacer un montón de preguntas, con lo cual hemos pasado ¡horas! charlando animadamente, cada cual desde su propia experiencia y modo de obrar. Independientemente de lo que cada una haya decidido en sus partos y  cómo haya alimentado y criado a su bebé, lo que está claro es que generalmente las madres deseamos brindar apoyo y ofrecer tribu a las que están en trance de ingresar en el club. Es un momento muy significativo para todas, al menos para el grupo que el otro día nos congregábamos.

    No sé si mi cuñada decidirá llevar a cabo algo de lo que oyó allí, pero está claro que se dio cuenta de que estamos deseosas de apoyarla, y que hay tantas formas de vivir la maternidad como mujeres y bebés hay. Creo que percibió que está genial informarse y planificar, pero a menudo la forma en que se presentan los acontecimientos van guiando nuestros pasos y prioridades. De todo ello me quedo con algo que expresó muy bien otra de las presentes: lo importante es no precipitarse en querer resolver las cosas, pues a menudo lo que interpretamos como el principio de un grave problema (que solemos  relacionar con la lactancia) se resuelve con el contacto amoroso con el bebé, observando y obrando sin ansiedad, con serenidad y paciencia. Me pareció muy significativo.

   En mi caso la verdad hablé poco (o menos de lo que hubiera deseado, jijij) y escuché mucho, pero no por humildad sino porque tenía un catarro horroroso, y también porque guardaba un regalo para ella que hablaba mejor que yo: un volumen del pediatra Carlos González  con sus tres best-seller. Y una almohada de embarazo y lactancia para que descanse mejor en estos últimos meses. Dos cosas que me parecieron muy útiles para estos meses previos al nacimiento, y para después también.

   Pensaba en mis propios embarazos, en mis dudas y temores, ilusiones y expectativas. Sobre todo con el primer hijo. Y también pensaba en mis primeras Navidades como madre lactante. Y recordé aquella Nochevieja que tuve que esperar 2 horas y media antes de volver a amamantar a mi hija Jimena, de 3 meses, después de brindar con una copita de champán, para dar tiempo suficiente a eliminar el alcohol de la leche. La verdad es que tomé con humor todos los comentarios que me hicieron mis familiares y no me molestó que les pareciera un inconveniente, pues para mí no lo fue y para mi bebé tampoco porque dio la casualidad de que permaneció dormida ese tiempo.

   Al tener un hijo al que amamantamos, sea cual sea su edad, en estas celebraciones nos exponemos a la observación y a veces al juicio explícito -más o menos positivo, casi siempre no pedido- de los demás. Especialmente a medida que pasan los meses, los años... De pronto podemos encontrarnos con entusiasmados defensores o con comentarios que nos descolocan, por lo desafortunados, críticos... Por eso a veces no es mala idea llevar preparadas unas cuantas respuestas ingeniosas, de esas que a una no se le ocurren en el momento, pero sí después. No obstante si se puede, el sentido del humor y la perspectiva zen puede borrar de un plumazo cualquier nube social. En el modo "Blanca Navidad" de la canción. Y si no hay inspiración en ese momento, un corte seco con mirada incluida y asunto zanjado. La gente entenderá.

   Sea como fuere en estas fechas hay más ocasiones de amamantar en público, y se convierte en un acto más social, más expuesto, y es normal que la gente se fije más en lo que hacemos, cómo lo hacemos...

   Respecto a las bebidas con alcohol y la lactancia: Si estás amamantando y durante las celebraciones deseas tomarte una copita de vino o de champán, intenta amamantar antes de tomar la bebida alcohólica. El alcohol se halla presente en la leche en la misma medida que en la sangre, y el nivel sube y baja del mismo modo.
Tras 2-3 horas tu leche se habrá deshecho del alcohol ingerido y podrás volver a ofrecer el pecho.

   Los bebés no metabolizan el alcohol tan bien como los adultos y cuando hay alcohol en la leche toman menos cantidad de lo habitual. Además el alcohol hace que la leche baje más lentamente (se pone en riesgo la producción de leche y el crecimiento del bebé si se bebe copiosamente y con asiduidad). Una cerveza o una copa de vino ocasional suele ser inofensivo y los efectos disminuyen a medida que el bebé crece.

FUENTE: "Alcohol durante la lactancia", pág 402-403 de "EL ARTE FEMENINO DE AMAMANTAR", La Liga de La Leche Internacional. 2011

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Lactancia sin leche materna




       Siempre me ha resultado curioso lo que las mamás lactantes encontramos en común entre nosotras. Es muy frecuente que cuando nos reunimos, o en simples encuentros, cuando el tema de la lactancia sale a relucir, salgan a su vez historias de lactancia de lo más variopinto, algunas de ellas, fascinantes. Fue así, de historia en historia, cuando descubrí hace ya unos años  que existía la lactancia seca.  La lactancia seca, es la que se lleva a cabo sin leche de por medio, o al menos sin leche materna de por medio. Es por tanto la que no tiene un fin nutritivo.

          La verdad es que el nombre lactancia seca, no me gusta en absoluto.  Para mí la palabra “seca”, no sé si por deformación profesional,  es sinónimo de “yermo”,” inerte”, y son adjetivos que no considero que califiquen al pecho de una madre.  Creo que el pecho de una madre es siempre amoroso, aunque no mane leche de él.  Incluso es amoroso aunque el bebé por el motivo que sea no llegue a prenderse de él.  Tampoco me gusta el término “lactancia no nutritiva”,  porque si bien es cierto, que la OMS habla de la lactancia materna únicamente en términos de aporte de nutrientes, todos sabemos que las personas, y especialmente los bebés, no sólo necesitan alimentar su cuerpo, y que hay necesidades, como la de contacto y afecto, tan importantes como la necesidad de alimento. La llamaré por tanto lactancia sin leche materna.

        Quien amamantó lo sabe, y como dije en otra ocasión: “En la lactancia la leche no es lo de menos, pero tampoco es lo de más”.  ¿Y si no es sólo leche de lo que hablamos, de qué hablamos entonces?  Pues  de calorcito, de seguridad, de tranquilidad, de apego, de consuelo, de calma, de sentirse poderosa, de conocimiento mutuo, de vínculo, de paz, de abrazo, de miradas …

         También es cierto, que todas esas cosas se pueden dar  al bebé de muchas otras maneras, y las madres, alimentemos como alimentemos, somos especialistas en hacerlo. Mediante abrazos, besos, achuchones varios, canciones incluso desafinando, y dando el biberón  con todo el amor del mundo, por supuesto.

Pero si la lactancia materna es todas estas cosas y muchísimas más, no es de extrañar que muchas madres decidan disfrutar de una lactancia sin leche materna.
¿Y cuáles son  los motivos por los que se llega a una lactancia sin leche materna?
Pues pueden ser muchos, vamos a repasar algunos de ellos:
 


        En el caso de hipogalactia, es decir, baja o nula producción de leche. 

     Hay madres que a pesar de no haber conseguido una producción de leche (aquí cabe recordar que se calcula que únicamente un 2% de las mujeres pueden sufrir hipogalactia real) deciden seguir ofreciendo el pecho a sus bebés, y bien el bebé recibe el alimento de un relactador, mientras está prendido al pecho, o bien se puede dar la leche por otro medio y colocar al bebé al pecho para satisfacer otras necesidades.  

      Las opciones son tantas como mamá y bebé deseen, porque cada lactancia la escriben ellos dos.




      Otro motivo puede ser el caso de mamás no gestantes, como pueden ser las madres adoptivas o el caso de familias compuestas por dos mamás, en las que una de las dos es madre gestante y la otra no gestante.

         Sobre el primer caso me viene a la memoria el caso de una mamá adoptiva  que sin haber oído hablar de este tipo de lactancia, cuando tuvo a su bebé en brazos, lo único que le pedía el cuerpo era ponérselo al pecho, y ella fue la primera sorprendida en ver cómo el bebé se agarraba y comenzaba a succionar.

      Sobre el segundo caso, leí hace unas semanas el caso una familia en la que una de las dos mamás había dado a luz por cesárea, y al encontrarse ella tan agotada en el hospital  habían animado a la otra mamá a que se colocara al bebé al pecho. El bebé se agarró con tanta fuerza y naturalidad,  que ambas continuaron ofreciendo el pecho.   Las dos mamás distinguían perfectamente cuando el bebé tenía hambre de cuando sólo quería chupar, y bromeaban sobre qué teta quería en cada momento.

      También existen casos de madres que en su día destetaron y por algún motivo el bebé se volvió a agarrar al pecho pero ya no se recuperó la producción y la lactancia continúa por un tiempo más pero sin producción de leche.

     Algunas veces, durante el embarazo, la producción de leche se detiene, pero este no es motivo suficiente para que un bebé o niño decida destetarse, y la madre y el niño continúan su lactancia felices.

      Incluso hay casos en los que en una lactancia de un niño mayor, la mamá se encuentra con que estaba haciendo lactancia sin leche sin ni siquiera saberlo, cuando, llegado el destete el pequeño le confiesa cómplice que hace tiempo que ya no sale nada :) .


Paloma Arribas
Monitora de La Liga de la Leche en Valladolid















miércoles, 29 de noviembre de 2017

EL DESTETE

Hace ya 6 años y medio acudí a mi primera reunión de LLL en León, y por entonces estaba me encontraba en el quinto mes de embarazo. Había tenido una primera no-lactancia no deseada y no quería que me volviese a pasar por segunda vez.
Recuerdo que cuándo empezó la reunión comentaron el tema del día: EL DESTETE.
¿Cómo? ¿Destete? Si yo no había empezado a dar pecho aún y ya estaba oyendo la palabra destete....... Si a mi me habían contado que las mujeres de LLL eran "radicales" que querían a toda costa que diésemos pecho hasta que el niño vaya al instituto........ entonces ¿qué hacían hablando de destete?

                             Resultado de imagen de fotos destete liga de la leche

Pues bien, en LLL se habla de destetes.
Un destete es un acto normal en un proceso de lactancia porque sí, una lactancia por mucho que dure, irá siempre asociada a un destete. Y para eso también las monitoras de LLL apoyan a las familias, para que ese destete se produzca cuándo la familia (uno o más miembros que suele ser habitualmente el bebé o niño, la mamá, o ambos) desee y para que se produzca de la mejor manera posible para todas las partes implicadas.
Las monitoras siempre recomendamos un destete gradual, progresivo y respetuoso. Cuándo se habla de respetuoso quiere decir que lo sea tanto para el bebé cómo para la mamá. Un destete debería ser una decisión informada, y por supuesto, siempre apoyada por el entorno. Y sobre todo, jamás debería ser una decisión presionada o influenciada. Casi todas las mujeres que han tenido lactancias alargadas en el tiempo han tenido que soportar durante mucho tiempo el famoso "¿cuándo le vas a quitar la teta a ese niño, que a estas alturas es ya vicio?" o el "este niño va a hacer la mili y vas a tener que ir a darle teta".

                Resultado de imagen de fotos destete liga de la leche   ¿Os acordáis de este titular?

Ante comentarios así no es de extrañar que muchas mujeres que a priori no quieren destetar, lo acaben haciendo por tantas presiones. Ante eso, pedimos RESPETO, y que sea la mamá, el niño o ambos quién decida cuándo ha llegado su destete.
El destete se realiza de forma diferente dependiendo de la edad del bebé/niño, de que sea la mamá, el niño o ambos quién lo decida....... y las monitoras de LLL estamos aquí para daros el apoyo que necesitéis. No dudéis en plantearnos vuestras dudas.

martes, 14 de noviembre de 2017

¿Y LA PAREJA?

Fuente: MOMADVISOR.com


 La madre lo  amamanta  y el bebé no necesita que lo alimentes tú.
¿Qué puedes hacer entonces?
¡Todo lo demás!


          Tú eres la "persona que le da seguridad además de mamá". La Lactancia y mamá son el centro del mundo del bebé ahora mismo, pero su mundo crece constantemente y tú eres la primera persona que entra en él.

        Tú eres "diferente". Tu forma, tu voz, tus manos y tu olor son diferentes. Coges al bebé en brazos de manera diferente, le enseñas que lo diferente puede ser bueno.Cuando el bebé está intranquilo, tú puedes ser la diferencia que necesita.

           Cosas que puedes hacer:
  • Pon al bebé en un portabebés y salid de paseo.
  • Llévalo contigo; los bebés son gente sociable.
  • Léele cuentos, le encantará oír su voz.
  • Cámbiele el pañal: aunque ahora no le gusten los cambios de pañal, pronto los disfrutará.
  • Duerme la siesta con el bebé sobre el pecho.
  • Háblale de las cosas que hay en casa.
  • Tomad juntos un baño.
  • Llévale junto a su madre cuando la necesite.
  • Duerme con él sin peligro.
  • Cógelo con la sujeción mágica: la espalda del bebé delante de ti, tu brazo izquierdo sobre el hombro izquierdo del bebé (de modo que quede un brazo del bebé a cada lado del tuyo), y sujétale el muslo derecho.
  • Ríete y mécele . A los bebés suele gustarles el movimiento lateral.
        Tu principal trabajo consiste en apoyar la lactancia, no competir con ella. Dar un biberón al bebé puede parecer buena idea, pero es probable que provoque problemas de lactancia y suponga un mayor riesgo para la salud del bebé. En lugar de ello:


Vuestros dos papeles diferentes colaboran para formar una red de seguridad 
para el Mejor Bebé del Mundo.



Extraído de las hojas de utilidad de "El Arte Femenino de Amamantar" (LLL-Medici).

jueves, 2 de noviembre de 2017

'Las abuelas no me entienden'



Hay una cosa que se ve de manera recurrente, casi podría decir que permanente, en todas las lactancias: el importantísimo papel que juegan las abuelas. Sus opiniones e intervenciones, por su presencia o ausencia, pueden influir en el desarrollo de la lactancia de formas insospechadas y, a veces, muy, muy intensas.

Aquí, antes de meterme un poquito más en materia, creo que debo incidir en que existen dos tipos de abuelas separadas por una brecha generacional importante: 

Están, por un lado, las abuelas más mayores, que aún recuerdan fácilmente haber mamado de sus madres hasta los cuatro, cinco años o más. O que recuerdan haber mamado de una tía o vecina, o que recuerdan a su madre amamantando al hijo de otra mujer. Estas son las abuelas que vivieron en una época en la que la lactancia no es que fuera la mejor opción: es que era la única disponible, y siempre, siempre, se abría camino, porque lo contrario tendría resultados nefastos.

Por otro lado, están las abuelas más jóvenes, las que fueron madres durante los 70, 80 y 90. Las que vivieron de pleno el boom del biberón, esas madres a quienes muchos pediatras llegaron a decir que la leche de fórmula alimentaba más que la leche del pecho (de la misma manera que un par de décadas antes los médicos recomendaban fumar porque era bueno para la salud), cosa que resultaba evidente porque los bebés, claramente, engordaban más. Y en una cultura en la que el hambre de la posguerra aún tenía un peso importante, un bebé más gordo solía ser sinónimo de un bebé más sano. Al menos entendiendo por sano "con más posibilidades de sobrevivir". Sin duda, es mucho peso.

Estas últimas madres, ahora abuelas de nuestros hijos, son las madres a quienes dijeron aquello de que el pecho se daba cada tres horas, diez (o quince) minutos de cada pecho. Las madres que "se quedaban sin leche" a los tres meses y tenían que meter de inmediato fórmula ante la hipotética amenaza de la desnutrición del bebé. Y he de añadir que, vistas las recomendaciones de la época, que muchas llegaran a los tres meses de lactancia me parece rayano en la heroicidad.

¿Y cómo influyen las experiencias de las abuelas en nuestras lactancias?


Como digo, pueden influir de muchas maneras. 

Las primeras abuelas, aquellas que recuerdan haber mamado y amamantado como lo más normal del mundo, suelen ser más tranquilas en lo que respecta a la alimentación del bebé al pecho, porque han tenido cultura del amamantamiento. Aunque ninguna está del todo exenta de esas ideas que llegaron a posteriori, que se asociaban además al modernismo y a un buen nivel socio-cultural, entienden la lactancia como algo posible y natural.

Cuando nos transmiten experiencias y anécdotas, suelen resultar reconfortantes y aportarnos mucha seguridad. Una especie de "si ellas podían, ¿por qué no voy a poder yo?". Nos aportan una visión relajada y tranquila, desdramatizan muchas de las pequeñas preocupaciones modernas que rodean a la alimentación del bebé y simplifican (y facilitan) el proceso.

Las segundas abuelas, aquellas que criaron en la época de oro de la leche de fórmula, tienen unas creencias, normalmente, profundamente arraigadas y, además, basadas en la preocupación y el miedo por la salud del bebé. Son madres que seguían, muchas veces, a pies juntillas una interminable lista de intervenciones que hacían serio daño a la lactancia materna (eso aquella que, a pesar de todo, quería amamantar). Recomendaciones como dar biberones de agua "porque la leche no quita la sed", dar infusiones varias (anises, manzanilla) a los bebés para los gases, introducir cereales a los cuatro meses o incluso menos edad... Y, por supuesto, la consabida "no dejar que el bebé te use de chupete", porque eso "crea vicio" y "luego el niño será dependiente toda la vida". Esto sin entrar a las restricciones (en ocasiones muy estrictas) de contacto físico ("no lo cojas en brazos, que se acostumbra") ni volver a mencionar las restricciones horarias, que a veces llegaban a hablar de amamantar sólo cuatro veces al día a partir del mes de edad.

Estas abuelas, claro, también influyen en nuestras lactancias, a través (igual que las anteriores) de sus propias experiencias y anécdotas, solo que estas tienen un efecto diferente, porque no suelen transmitir tranquilidad y naturalidad, sino más bien al contrario: nos cuentan aquellos miedos y preocupaciones a los que ellas hubieron de enfrentarse en su día. Evidentemente, es cuanto nos pueden transmitir: su propia experiencia. Una madre recién estrenada, muchas veces, recibe estas preocupaciones con una entonación crítica y, como reacción lógica, surge una actitud defensiva. Esto puede resultar en un desastre porque, no solo puede verse afectada de alguna manera nuestra lactancia, sino también nuestra propia relación con esa abuela.

Cuando el intercambio de experiencias se nos presenta claramente favorable, todo es fácil. Pero cuando los consejos que recibimos van contra la información que hemos recopilado para tener una lactancia de éxito, algunas madres se sienten profundamente atacadas y preocupadas, porque dudan de sus decisiones y de su propia capacidad o, si no dudan, entonces pueden desarrollar sentimientos negativos hacia la otra persona.

¿Y qué podemos hacer, entonces?


Creo que una parte importante es cobrar consciencia de que, cuando una abuela comparte contigo sus experiencias y preocupaciones, está compartiendo una de las partes más importantes de su vida: su maternidad. Es un gesto íntimo, bonito y esencial en la transmisión de las costumbres a lo largo de toda la historia del ser humano.

El primer paso es no recibirlo como un ataque hacia nuestra persona, nuestras creencias o nuestra manera de hacer las cosas, sino simplemente como un intercambio de conocimientos, de sabiduría femenina. Siempre podemos elegir coger lo que nos sirve, y dejar el resto, sin necesidad de entrar a ningún enfrentamiento.

Muchas veces, mostrar interés por la experiencia de maternidad de las abuelas e incluso hacerles preguntas, nos hace encontrar puntos en común que nos ayuden a llevar la conversación a algún lugar que sea constructivo para ambas. En ocasiones, incluso, hacer preguntas ayuda a que la abuela (sola) se dé cuenta de que su experiencia no finalizó con una lactancia próspera, por lo que puede que sus experiencias no sean las más favorables para el objetivo que nosotras buscamos.

Por último, el ejemplo es el arma más poderosa que tenemos. Podemos lapidar casi cualquier discusión con un "yo respeto tu maternidad, por favor, repeta tú la mía". Pero solo podemos esgrimir este arma si de verdad respetamos la maternidad de esta abuela. Si entramos a criticar sus decisiones, será luego más difícil pedir que no se critiquen las nuestras. Si, por el contrario, mostramos empatía y, mejor aún, empatizamos realmente. El respeto y la reciprocidad son siempre dos buenos pilares sobre los que construir cualquier conversación.

Si nada funciona, y se sostiene una situación que nos hace sentir mal, siempre podemos probar la estrategia de hablar abiertamente: "Me he informado mucho para tomar estas decisiones, que considero las mejores para mi bebé, y me gustaría que me respetaras". Y, si sigue sin funcionar, aunque no es lo mejor... El silencio, a veces, puede ser un gran aliado.

Pero si pudiera pediros algo, os pediría que, como sea, no guardéis rencor e intentéis quedaros con la belleza de una madre transmitiendo sus propios conocimientos (aunque no sean los que nosotras buscamos). La temprana maternidad es demasiado corta y bonita como para empañarla con cosas que, dentro de unos años, probablemente, poco importarán.