jueves, 28 de diciembre de 2017

Cuando tu bebé necesita ser operado…

Cuando tu bebé necesita ser operado…

No me centraré en que fue en Nochebuena, ni en que nos tocó salir corriendo hacia Madrid sin saber cuándo podríamos volver, ni en la separación que supuso de nuestros hijos mayores que tan sólo contaban con 3 y 6 años, ni en que por el camino casi nos matamos de puros nervios, ni de que iba, siendo un tercero, con la bolsa rota con dos horas y cuarto de camino por delante, ni tampoco en el dolor y la frustración que se siente cuándo diagnostican a tu bebé en el embarazo una enfermedad, y sientes que ni siquiera en tu útero puedes mantenerlos a salvo…

Hoy mi tercera hija cumple cuatro añitos. Aún recuerdo y me emociono cuándo evoco aquellos momentos de miedo e incertidumbre. Emma, la tercera de mis hijos, vino al mundo luchando y dándonos grandes lecciones de fortaleza y lucha que jamás olvidaremos.

Cuando es el cumpleaños de alguno de mis hijos, les encanta recordar cómo fueron sus nacimientos, cómo fue el parto, cómo fueron esas primeras semanas… vemos fotos, vídeos, contamos las anécdotas y yo me pongo muy ñoña jajaja. Hoy tocaba recordar el nacimiento de Emma, y lo bueno es que sus hermanos recuerdan cosas, así que entre todos hemos recompuesto su historia.

Emma venía con un problema en el intestino que detectaron en el embarazo, y sabíamos que tenía que ser intervenida a las pocas horas de nacer. Nos habían derivado a Madrid, y estábamos más o menos preparados, aunque creo para algo así, nunca terminas de estarlo.


El parto fue natural, respetado y disfrutado (dadas las circunstancias), y sentí que pude estar bastante a mi libre albedrío. Yo tenía muy claro, que los minutos y horas siguientes Emma tendría que pasar por pruebas y separación, así que quisimos darle la mejor bienvenida posible… recuerdo al momento de nacer besarla hasta el agotamiento, porque sabía que a los pocos minutos se la llevarían.




Sabía que no podría alimentarla con mis pechos hasta pasados muchos días, en concreto 20 días hubo hasta que pude ponerla al pecho. Yo lloraba de envidia cuándo veía en la UCI a otras madres amamantando a sus bebés, también enfermos. Mi marido y yo sólo podíamos calmarla haciendo piel con piel; Y así, nos íbamos turnando 8 ocho horas cada uno, mañana, tardes y noches, para poder tenerla de continuo en nuestros brazos.




Yo no podía darle de mamar a Emma, pero quería ayudar a otros bebés que sí podían comer por boca; así que me hice donante de leche en el hospital y desde que Emma nació, empecé a extraerme leche cada dos horas, sin descanso. Por las noches incluso me ponía el despertador, aún puedo recordar el ruido en la quietud de la noche del sacaleches eléctrico…
Acabé dejando al doce de octubre 17 litros de leche para repartir entre los muchos bebés hospitalizados.



Creo que una de las mayores frustraciones que he vivido como madre, es la de sentir que al ponerla al pecho, después de la larga espera, Emma había perdido el instinto de succión. No hacía fuerza y se escapaba el pezón de su boquita… Yo sabía que era cuestión de paciencia, y que lo acabaríamos logrando, mis otros hijos habían mamado durante años, y ella no iba a ser menos.

Una neonatóloga estupenda nos explicó un truco, que supuso que a los dos días Emma empezara a mamar eficazmente. Con una cánula finita pegada a su paladar y mi leche en una jeringuilla esperábamos a que ella hiciera fuerza para subir el émbolo, así fue como empezó a coger fuerza y a mamar activamente…

Cuando tienes problemas en la lactancia, y más aún cuando tu hijo tiene un problema o está hospitalizado, es muy importante el conocimiento y apoyo del servicio sanitario que os tratan a ti o a tu hijo. En esos momentos de flaqueza, de dudas, de preocupación, brindarte de apoyos a tu alrededor e información es fundamental para sentir ese empujoncito de que ¡sí se puede! Para eso también puedes contactar con tu grupo de La Liga más cercano; estamos en 11 comunidades del territorio español; hacemos reuniones mensuales regulares y atendemos consultas por teléfono, por correo y por whatsapp:

Adjunto el tríptico de la Asociación Española de Pediatría que habla sobre la importancia de continuar la lactancia en caso de que tu hijo deba ser hospitalizado:

Además, si tu hijo está hospitalizado sea un bebé lactante o sea un niño de 14 años, no está de más echar un vistazo a la “Carta Europea de los Derechos de las Niñas y Niños Hospitalizados” donde quedan recogidas las leyes que nos amparan y nos protegen.


Y dicho todo esto, me gustaría enviar desde aquí un mensaje de admiración, cariño y fuerza a las familias y niños que tienen que estar hospitalizados. cuándo tenemos la suerte de amamantar a nuestros hijos durante ese proceso, la lactancia nos sirve para consolar y alimentar a nuestros hijos, además está demostrado que reduce el dolor, consuela en tratamientos o terapias; les produce seguridad, incluso en un ambiente que parece un poco hostil (como un entorno hospitalario); además les provee de anticuerpos, calorías y los mantiene hidratados; y para nosotros, como padres y acompañantes, que muchas veces nos sentimos impotentes frente al dolor o la situación de nuestro hijo, nos ofrece la oportunidad de que al menos eso sí está en nuestras manos…

Un abrazo navideño de color y esperanza.

Eva- Monitora de La Liga de La Leche






miércoles, 27 de diciembre de 2017

Tiempo de Navidad

   Estas fechas son especiales, queramos o no, nos resulten más o menos significativas, pues hay un montón de momentos en los que nos reunimos con la familia, los seres queridos, los amigos...

   Surge la oportunidad de hablar con personas a las que vemos con menor frecuencia durante el año. Y también se abren conversaciones en las que invariablemente se habla de todo un poco, también de la lactancia y crianza de nuestr@ hij@.



   En mi caso, este año "tenemos" una embarazada en la familia y todas las que somos madres nos hemos sentido atraídas hacia ella como un imán. También es cierto que ella, que es muy abierta, ha aprovechado para hacer un montón de preguntas, con lo cual hemos pasado ¡horas! charlando animadamente, cada cual desde su propia experiencia y modo de obrar. Independientemente de lo que cada una haya decidido en sus partos y  cómo haya alimentado y criado a su bebé, lo que está claro es que generalmente las madres deseamos brindar apoyo y ofrecer tribu a las que están en trance de ingresar en el club. Es un momento muy significativo para todas, al menos para el grupo que el otro día nos congregábamos.

    No sé si mi cuñada decidirá llevar a cabo algo de lo que oyó allí, pero está claro que se dio cuenta de que estamos deseosas de apoyarla, y que hay tantas formas de vivir la maternidad como mujeres y bebés hay. Creo que percibió que está genial informarse y planificar, pero a menudo la forma en que se presentan los acontecimientos van guiando nuestros pasos y prioridades. De todo ello me quedo con algo que expresó muy bien otra de las presentes: lo importante es no precipitarse en querer resolver las cosas, pues a menudo lo que interpretamos como el principio de un grave problema (que solemos  relacionar con la lactancia) se resuelve con el contacto amoroso con el bebé, observando y obrando sin ansiedad, con serenidad y paciencia. Me pareció muy significativo.

   En mi caso la verdad hablé poco (o menos de lo que hubiera deseado, jijij) y escuché mucho, pero no por humildad sino porque tenía un catarro horroroso, y también porque guardaba un regalo para ella que hablaba mejor que yo: un volumen del pediatra Carlos González  con sus tres best-seller. Y una almohada de embarazo y lactancia para que descanse mejor en estos últimos meses. Dos cosas que me parecieron muy útiles para estos meses previos al nacimiento, y para después también.

   Pensaba en mis propios embarazos, en mis dudas y temores, ilusiones y expectativas. Sobre todo con el primer hijo. Y también pensaba en mis primeras Navidades como madre lactante. Y recordé aquella Nochevieja que tuve que esperar 2 horas y media antes de volver a amamantar a mi hija Jimena, de 3 meses, después de brindar con una copita de champán, para dar tiempo suficiente a eliminar el alcohol de la leche. La verdad es que tomé con humor todos los comentarios que me hicieron mis familiares y no me molestó que les pareciera un inconveniente, pues para mí no lo fue y para mi bebé tampoco porque dio la casualidad de que permaneció dormida ese tiempo.

   Al tener un hijo al que amamantamos, sea cual sea su edad, en estas celebraciones nos exponemos a la observación y a veces al juicio explícito -más o menos positivo, casi siempre no pedido- de los demás. Especialmente a medida que pasan los meses, los años... De pronto podemos encontrarnos con entusiasmados defensores o con comentarios que nos descolocan, por lo desafortunados, críticos... Por eso a veces no es mala idea llevar preparadas unas cuantas respuestas ingeniosas, de esas que a una no se le ocurren en el momento, pero sí después. No obstante si se puede, el sentido del humor y la perspectiva zen puede borrar de un plumazo cualquier nube social. En el modo "Blanca Navidad" de la canción. Y si no hay inspiración en ese momento, un corte seco con mirada incluida y asunto zanjado. La gente entenderá.

   Sea como fuere en estas fechas hay más ocasiones de amamantar en público, y se convierte en un acto más social, más expuesto, y es normal que la gente se fije más en lo que hacemos, cómo lo hacemos...

   Respecto a las bebidas con alcohol y la lactancia: Si estás amamantando y durante las celebraciones deseas tomarte una copita de vino o de champán, intenta amamantar antes de tomar la bebida alcohólica. El alcohol se halla presente en la leche en la misma medida que en la sangre, y el nivel sube y baja del mismo modo.
Tras 2-3 horas tu leche se habrá deshecho del alcohol ingerido y podrás volver a ofrecer el pecho.

   Los bebés no metabolizan el alcohol tan bien como los adultos y cuando hay alcohol en la leche toman menos cantidad de lo habitual. Además el alcohol hace que la leche baje más lentamente (se pone en riesgo la producción de leche y el crecimiento del bebé si se bebe copiosamente y con asiduidad). Una cerveza o una copa de vino ocasional suele ser inofensivo y los efectos disminuyen a medida que el bebé crece.

FUENTE: "Alcohol durante la lactancia", pág 402-403 de "EL ARTE FEMENINO DE AMAMANTAR", La Liga de La Leche Internacional. 2011

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Lactancia sin leche materna




       Siempre me ha resultado curioso lo que las mamás lactantes encontramos en común entre nosotras. Es muy frecuente que cuando nos reunimos, o en simples encuentros, cuando el tema de la lactancia sale a relucir, salgan a su vez historias de lactancia de lo más variopinto, algunas de ellas, fascinantes. Fue así, de historia en historia, cuando descubrí hace ya unos años  que existía la lactancia seca.  La lactancia seca, es la que se lleva a cabo sin leche de por medio, o al menos sin leche materna de por medio. Es por tanto la que no tiene un fin nutritivo.

          La verdad es que el nombre lactancia seca, no me gusta en absoluto.  Para mí la palabra “seca”, no sé si por deformación profesional,  es sinónimo de “yermo”,” inerte”, y son adjetivos que no considero que califiquen al pecho de una madre.  Creo que el pecho de una madre es siempre amoroso, aunque no mane leche de él.  Incluso es amoroso aunque el bebé por el motivo que sea no llegue a prenderse de él.  Tampoco me gusta el término “lactancia no nutritiva”,  porque si bien es cierto, que la OMS habla de la lactancia materna únicamente en términos de aporte de nutrientes, todos sabemos que las personas, y especialmente los bebés, no sólo necesitan alimentar su cuerpo, y que hay necesidades, como la de contacto y afecto, tan importantes como la necesidad de alimento. La llamaré por tanto lactancia sin leche materna.

        Quien amamantó lo sabe, y como dije en otra ocasión: “En la lactancia la leche no es lo de menos, pero tampoco es lo de más”.  ¿Y si no es sólo leche de lo que hablamos, de qué hablamos entonces?  Pues  de calorcito, de seguridad, de tranquilidad, de apego, de consuelo, de calma, de sentirse poderosa, de conocimiento mutuo, de vínculo, de paz, de abrazo, de miradas …

         También es cierto, que todas esas cosas se pueden dar  al bebé de muchas otras maneras, y las madres, alimentemos como alimentemos, somos especialistas en hacerlo. Mediante abrazos, besos, achuchones varios, canciones incluso desafinando, y dando el biberón  con todo el amor del mundo, por supuesto.

Pero si la lactancia materna es todas estas cosas y muchísimas más, no es de extrañar que muchas madres decidan disfrutar de una lactancia sin leche materna.
¿Y cuáles son  los motivos por los que se llega a una lactancia sin leche materna?
Pues pueden ser muchos, vamos a repasar algunos de ellos:
 


        En el caso de hipogalactia, es decir, baja o nula producción de leche. 

     Hay madres que a pesar de no haber conseguido una producción de leche (aquí cabe recordar que se calcula que únicamente un 2% de las mujeres pueden sufrir hipogalactia real) deciden seguir ofreciendo el pecho a sus bebés, y bien el bebé recibe el alimento de un relactador, mientras está prendido al pecho, o bien se puede dar la leche por otro medio y colocar al bebé al pecho para satisfacer otras necesidades.  

      Las opciones son tantas como mamá y bebé deseen, porque cada lactancia la escriben ellos dos.




      Otro motivo puede ser el caso de mamás no gestantes, como pueden ser las madres adoptivas o el caso de familias compuestas por dos mamás, en las que una de las dos es madre gestante y la otra no gestante.

         Sobre el primer caso me viene a la memoria el caso de una mamá adoptiva  que sin haber oído hablar de este tipo de lactancia, cuando tuvo a su bebé en brazos, lo único que le pedía el cuerpo era ponérselo al pecho, y ella fue la primera sorprendida en ver cómo el bebé se agarraba y comenzaba a succionar.

      Sobre el segundo caso, leí hace unas semanas el caso una familia en la que una de las dos mamás había dado a luz por cesárea, y al encontrarse ella tan agotada en el hospital  habían animado a la otra mamá a que se colocara al bebé al pecho. El bebé se agarró con tanta fuerza y naturalidad,  que ambas continuaron ofreciendo el pecho.   Las dos mamás distinguían perfectamente cuando el bebé tenía hambre de cuando sólo quería chupar, y bromeaban sobre qué teta quería en cada momento.

      También existen casos de madres que en su día destetaron y por algún motivo el bebé se volvió a agarrar al pecho pero ya no se recuperó la producción y la lactancia continúa por un tiempo más pero sin producción de leche.

     Algunas veces, durante el embarazo, la producción de leche se detiene, pero este no es motivo suficiente para que un bebé o niño decida destetarse, y la madre y el niño continúan su lactancia felices.

      Incluso hay casos en los que en una lactancia de un niño mayor, la mamá se encuentra con que estaba haciendo lactancia sin leche sin ni siquiera saberlo, cuando, llegado el destete el pequeño le confiesa cómplice que hace tiempo que ya no sale nada :) .


Paloma Arribas
Monitora de La Liga de la Leche en Valladolid