miércoles, 27 de diciembre de 2017

Tiempo de Navidad

   Estas fechas son especiales, queramos o no, nos resulten más o menos significativas, pues hay un montón de momentos en los que nos reunimos con la familia, los seres queridos, los amigos...

   Surge la oportunidad de hablar con personas a las que vemos con menor frecuencia durante el año. Y también se abren conversaciones en las que invariablemente se habla de todo un poco, también de la lactancia y crianza de nuestr@ hij@.



   En mi caso, este año "tenemos" una embarazada en la familia y todas las que somos madres nos hemos sentido atraídas hacia ella como un imán. También es cierto que ella, que es muy abierta, ha aprovechado para hacer un montón de preguntas, con lo cual hemos pasado ¡horas! charlando animadamente, cada cual desde su propia experiencia y modo de obrar. Independientemente de lo que cada una haya decidido en sus partos y  cómo haya alimentado y criado a su bebé, lo que está claro es que generalmente las madres deseamos brindar apoyo y ofrecer tribu a las que están en trance de ingresar en el club. Es un momento muy significativo para todas, al menos para el grupo que el otro día nos congregábamos.

    No sé si mi cuñada decidirá llevar a cabo algo de lo que oyó allí, pero está claro que se dio cuenta de que estamos deseosas de apoyarla, y que hay tantas formas de vivir la maternidad como mujeres y bebés hay. Creo que percibió que está genial informarse y planificar, pero a menudo la forma en que se presentan los acontecimientos van guiando nuestros pasos y prioridades. De todo ello me quedo con algo que expresó muy bien otra de las presentes: lo importante es no precipitarse en querer resolver las cosas, pues a menudo lo que interpretamos como el principio de un grave problema (que solemos  relacionar con la lactancia) se resuelve con el contacto amoroso con el bebé, observando y obrando sin ansiedad, con serenidad y paciencia. Me pareció muy significativo.

   En mi caso la verdad hablé poco (o menos de lo que hubiera deseado, jijij) y escuché mucho, pero no por humildad sino porque tenía un catarro horroroso, y también porque guardaba un regalo para ella que hablaba mejor que yo: un volumen del pediatra Carlos González  con sus tres best-seller. Y una almohada de embarazo y lactancia para que descanse mejor en estos últimos meses. Dos cosas que me parecieron muy útiles para estos meses previos al nacimiento, y para después también.

   Pensaba en mis propios embarazos, en mis dudas y temores, ilusiones y expectativas. Sobre todo con el primer hijo. Y también pensaba en mis primeras Navidades como madre lactante. Y recordé aquella Nochevieja que tuve que esperar 2 horas y media antes de volver a amamantar a mi hija Jimena, de 3 meses, después de brindar con una copita de champán, para dar tiempo suficiente a eliminar el alcohol de la leche. La verdad es que tomé con humor todos los comentarios que me hicieron mis familiares y no me molestó que les pareciera un inconveniente, pues para mí no lo fue y para mi bebé tampoco porque dio la casualidad de que permaneció dormida ese tiempo.

   Al tener un hijo al que amamantamos, sea cual sea su edad, en estas celebraciones nos exponemos a la observación y a veces al juicio explícito -más o menos positivo, casi siempre no pedido- de los demás. Especialmente a medida que pasan los meses, los años... De pronto podemos encontrarnos con entusiasmados defensores o con comentarios que nos descolocan, por lo desafortunados, críticos... Por eso a veces no es mala idea llevar preparadas unas cuantas respuestas ingeniosas, de esas que a una no se le ocurren en el momento, pero sí después. No obstante si se puede, el sentido del humor y la perspectiva zen puede borrar de un plumazo cualquier nube social. En el modo "Blanca Navidad" de la canción. Y si no hay inspiración en ese momento, un corte seco con mirada incluida y asunto zanjado. La gente entenderá.

   Sea como fuere en estas fechas hay más ocasiones de amamantar en público, y se convierte en un acto más social, más expuesto, y es normal que la gente se fije más en lo que hacemos, cómo lo hacemos...

   Respecto a las bebidas con alcohol y la lactancia: Si estás amamantando y durante las celebraciones deseas tomarte una copita de vino o de champán, intenta amamantar antes de tomar la bebida alcohólica. El alcohol se halla presente en la leche en la misma medida que en la sangre, y el nivel sube y baja del mismo modo.
Tras 2-3 horas tu leche se habrá deshecho del alcohol ingerido y podrás volver a ofrecer el pecho.

   Los bebés no metabolizan el alcohol tan bien como los adultos y cuando hay alcohol en la leche toman menos cantidad de lo habitual. Además el alcohol hace que la leche baje más lentamente (se pone en riesgo la producción de leche y el crecimiento del bebé si se bebe copiosamente y con asiduidad). Una cerveza o una copa de vino ocasional suele ser inofensivo y los efectos disminuyen a medida que el bebé crece.

FUENTE: "Alcohol durante la lactancia", pág 402-403 de "EL ARTE FEMENINO DE AMAMANTAR", La Liga de La Leche Internacional. 2011

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