Cuando tu bebé necesita ser operado…
No me centraré en que fue en Nochebuena, ni en que nos tocó
salir corriendo hacia Madrid sin saber cuándo podríamos volver, ni en la
separación que supuso de nuestros hijos mayores que tan sólo contaban con 3 y 6 años, ni en que por el camino casi nos matamos de puros nervios, ni de que iba,
siendo un tercero, con la bolsa rota con dos horas y cuarto de camino por
delante, ni tampoco en el dolor y la frustración que se siente cuándo
diagnostican a tu bebé en el embarazo una enfermedad, y sientes que ni siquiera
en tu útero puedes mantenerlos a salvo…
Hoy mi tercera hija cumple cuatro añitos. Aún recuerdo y me
emociono cuándo evoco aquellos momentos de miedo e incertidumbre. Emma, la
tercera de mis hijos, vino al mundo luchando y dándonos grandes lecciones de
fortaleza y lucha que jamás olvidaremos.
Cuando es el cumpleaños de alguno de mis hijos, les encanta
recordar cómo fueron sus nacimientos, cómo fue el parto, cómo fueron esas
primeras semanas… vemos fotos, vídeos, contamos las anécdotas y yo me pongo muy
ñoña jajaja. Hoy tocaba recordar el nacimiento de Emma, y lo bueno es que sus
hermanos recuerdan cosas, así que entre todos hemos recompuesto su historia.
Emma venía con un problema en el
intestino que detectaron en el embarazo, y sabíamos que tenía que ser
intervenida a las pocas horas de nacer. Nos habían derivado a Madrid, y
estábamos más o menos preparados, aunque creo para algo así, nunca terminas de
estarlo.
El parto fue natural,
respetado y disfrutado (dadas las circunstancias), y sentí que pude estar
bastante a mi libre albedrío. Yo tenía muy claro, que los minutos y horas
siguientes Emma tendría que pasar por pruebas y separación, así que quisimos
darle la mejor bienvenida posible… recuerdo al momento de nacer besarla hasta
el agotamiento, porque sabía que a los pocos minutos se la llevarían.
Sabía que no podría
alimentarla con mis pechos hasta pasados muchos días, en concreto 20 días hubo
hasta que pude ponerla al pecho. Yo lloraba de envidia cuándo veía en la UCI a
otras madres amamantando a sus bebés, también enfermos. Mi marido y yo sólo
podíamos calmarla haciendo piel con piel; Y así, nos íbamos turnando 8 ocho
horas cada uno, mañana, tardes y noches, para poder tenerla de continuo en
nuestros brazos.
Yo no podía darle de
mamar a Emma, pero quería ayudar a otros bebés que sí podían comer por boca;
así que me hice donante de leche en el hospital y desde que Emma nació, empecé
a extraerme leche cada dos horas, sin descanso. Por las noches incluso me ponía
el despertador, aún puedo recordar el ruido en la quietud de la noche del
sacaleches eléctrico…
Acabé dejando al doce de octubre 17 litros de leche para
repartir entre los muchos bebés hospitalizados.
Creo que una de las mayores frustraciones que he vivido como
madre, es la de sentir que al ponerla al pecho, después de la larga espera,
Emma había perdido el instinto de succión. No hacía fuerza y se escapaba el
pezón de su boquita… Yo sabía que era cuestión de paciencia, y que lo
acabaríamos logrando, mis otros hijos habían mamado durante años, y ella no iba
a ser menos.
Una neonatóloga estupenda nos explicó un truco, que supuso
que a los dos días Emma empezara a mamar eficazmente. Con una cánula finita
pegada a su paladar y mi leche en una jeringuilla esperábamos a que ella
hiciera fuerza para subir el émbolo, así fue como empezó a coger fuerza y a
mamar activamente…
Cuando tienes problemas en la lactancia, y más aún cuando tu
hijo tiene un problema o está hospitalizado, es muy importante el conocimiento
y apoyo del servicio sanitario que os tratan a ti o a tu hijo. En esos momentos
de flaqueza, de dudas, de preocupación, brindarte de apoyos a tu alrededor e
información es fundamental para sentir ese empujoncito de que ¡sí se puede!
Para eso también puedes contactar con tu grupo de La Liga más cercano; estamos
en 11 comunidades del territorio español; hacemos reuniones mensuales regulares
y atendemos consultas por teléfono, por correo y por whatsapp:
Adjunto el tríptico de la Asociación Española de Pediatría
que habla sobre la importancia de continuar la lactancia en caso de que tu hijo
deba ser hospitalizado:
Además, si tu hijo está hospitalizado sea un bebé lactante o
sea un niño de 14 años, no está de más echar un vistazo a la “Carta Europea de
los Derechos de las Niñas y Niños Hospitalizados” donde quedan recogidas las
leyes que nos amparan y nos protegen.
Y dicho todo esto, me gustaría enviar desde aquí un mensaje
de admiración, cariño y fuerza a las familias y niños que tienen que estar
hospitalizados. cuándo tenemos la suerte de amamantar a nuestros hijos durante
ese proceso, la lactancia nos sirve para consolar y alimentar a nuestros hijos,
además está demostrado que reduce el dolor, consuela en tratamientos o
terapias; les produce seguridad, incluso en un ambiente que parece un poco
hostil (como un entorno hospitalario); además les provee de anticuerpos, calorías
y los mantiene hidratados; y para nosotros, como padres y acompañantes, que
muchas veces nos sentimos impotentes frente al dolor o la situación de nuestro hijo, nos ofrece
la oportunidad de que al menos eso sí está en nuestras manos…
Un abrazo navideño de
color y esperanza.
Eva- Monitora de La Liga de La Leche